Archivo mensual: marzo 2010

País Corleone

Bajo la dirección de Francis Ford Coppola, en 1972 Al Pacino interpretó al joven soldado condecorado por sus acciones en la Segunda Guerra Mundial, quien al retiro de su padre como  jefe de una de las mayores mafias neoyorquinas, tomó las riendas del negocio familiar para convertirse en el capo de capos, Don Michael Corleone. 

Apenas un año después, Pacino le pondría rostro en la pantalla grande a la historia verídica de Frank Serpico, el policía de Nueva York que desde su ingreso a la corporación en 1960, luchó por mantenerse fuera del círculo de corrupción que abarcaba a todas las esferas de la burocracia.

Al realizar como espectador un ejercicio de observación, se descubre que es más fácil de digerir e inclusive se experimenta el deleite  en la historia ascendente del criminal con estirpe siciliana. Las bofetadas que en forma de perversión, cohecho y envilecimiento, azotan al inagotable Frank Serpico, transfieren por osmosis a la mente del televidente y a la del lector de la novela, una incómoda y permanente ansiedad.

Bastante se ha discutido sobre la guerra contra el crimen que se lleva a cabo en México y aún más se ha polemizado acerca de la justificación de la estrategia del gobierno federal. Parece que son pocos los que en referencia a este tema, logran fabricar argumentos y llevar a cabo acciones responsables, completas, ecuánimes y  con una visión global del problema.

Están por ejemplo aquellos gobernantes que ven en esta cruzada contra la inseguridad, la tesitura perfecta para sacar provecho político al coste de mantenerse al margen; el presidente Calderón cuya cerrazón impide comprender que mientras no exista una campaña real para mejorar el sistema de enseñanza y reactivar  la generación de empleos, las organizaciones criminales contaran con ilimitada carne de cañón y existimos también los ciudadanos que culpamos a los políticos de todo, pero que mediante nuestras faltas y omisiones cívicas, contribuimos cada día y desde nuestra trinchera, al pudrimiento de nuestra sociedad.

Al acotar la batalla contra la inseguridad a la ofensiva del Ejército Mexicano frente a los cárteles, se ha ignorado el fortalecimiento de la las policías estatales y municipales. Titubeo en el bando de los munícipes y gobernadores, así como la ausencia de recursos financieros federales, se antojan como las principales razones para dicha omisión.

Aún y cuando por fin se hiciera justicia  a la nómina y  prestaciones de los cuerpos policiacos, se erogarían recursos en los sueldos de un personal incapaz. Poco puede comprar una robusta quincena, ante la falta de preparación criminalística o de derechos humanos.

Inclusive con razonables percepciones y el respectivo entrenamiento, los encargados de impartir justicia en México serían presa fácil a la seducción del bando criminal pues carecerían del elemento que Frank Serpico mamó en su casa y no en la academia de policía, el arraigado entendimiento y compromiso con la justicia.

Por eso es tan importante atacar desde las bases, resolver los problemas de fondo, mentalizarse al largo plazo. ¡Una vez más! Son los niños y las familias de todos los estratos sociales de México a donde se deben dirigir los esfuerzos del gobierno. La temprana y efectiva inyección de educación, civismo y responsabilidad social a los futuros ciudadanos, así como la urgente generación de oportunidades para los ciudadanos de la actualidad, son la prioridad de nuestros dirigentes.

Somos el país Corleone pues como Michael, vamos a la guerra a defender la Nación, sin darnos cuenta que el enemigo está en casa y es el que al final del día nos convierte en traidores.