Nos quejamos de que la Federación le otorga pocos recursos a los municipios y ahora resulta que Pablo González, ex alcalde de Monclova y Rogelio Ramos, quien fuera edil de Frontera, no comprobaron 55 y 25 millones de pesos respectivamente, durante sus administraciones en el 2008.
Pudiera entenderse que en algunos municipios pequeños, la ignorancia o novatez en los integrantes de sus cabildos, genere que la rendición de cuentas se vuelva un tema penoso debido a la incapacidad de llevar orden en el gasto o a la tentación de volverse acaudalado de un día para otro. Sin embargo, las deudas heredadas a los torreonenses o a los de San Pedro, así como las insolentes cantidades malgastadas por Pablo González en Monclova y Rogelio Ramos en Frontera, certifican que el desfalco está por todas partes.
Si el escenario no le ha terminado de fastidiar la mañana, del Congreso local que podemos esperar en su función como auditor de las finanzas municipales, si entre los legisladores se encuentran ex alcaldes que al término de sus mandatos también traían pecados en sus balances financieros.
Estas fichitas le hacen daño a la gente no solo por el dinero que lograron desviar, sino porque se convierten en una excusa más para que los municipios no reciban mayores recursos. No saben qué hacer con tanto dinero en las manos y nadie que los castigue por el despilfarro.
Adecuada la frase del político y escritor inglés Edmund Burke:
Bien es sabido que la ambición tanto puede volar como arrastrarse.