A diferencia de los latinoamericanos, los estadounidenses tienen una mayor predisposición al psicoanálisis, esto es, van más al psicólogo y en general se puede observar en el comportamiento de los individuos, en las dinámicas sociales o inclusive en las políticas corporativas y de gobierno, una tendencia clara a la auto-reflexión, a la segunda oportunidad y al arranque desde cero.
El motivo de esta diferencia no es solamente el bajo nivel educativo de la mayoría de los latinoamericanos o la dificultad de muchos para completarse un psicólogo. Es también una cuestión de religión.
Un grupo importante de norteamericanos pertenecen a iglesias de corte cristiano protestante, cuya mentalidad se caracteriza por el regular examen de conciencia y un autocontrol permanente. Trasladan el tribunal de la iglesia al interior de la persona y garantizan una introspección ajena a toda autoridad externa.
A diferencia de los católicos, ellos suprimen el sacramento de la confesión y lo compensan con el reconocimiento público de los pecados y el descubrimiento de la soluciones en la propia vida del individuo. Prefieren remediar la equivocación, que absolver con Aves Marías.
Históricamente, el pensamiento protestante gustó de presentar a la auto-reflexión como una resurrección continúa: siempre empieza una nueva vida, siempre se pasa la página y siempre hay una segunda oportunidad. Por eso, los norteamericanos han mostrado una inclinación al fresh start, al nuevo comienzo.
Para la reflexión quedan las preguntas: ¿Hace cuánto que usted no se confiesa? Es católico light, ¿Hace cuánto que no hace un examen de introspección? Sus problemas ya son graves, ¿Por qué le teme al psicólogo?
El Barón de Holbach fue un filósofo francés que una vez dijo:
El hombre que no reflexiona, no tiene tiempo de juzgarse a sí mismo.